Floristería

La historia de Floristería Zinnia empieza como empiezan todas las grandes historias, con una decisión que en el momento parecía  instrascendental para mi.

Era principios de 1997 cuando quedé con una buena amiga para tomar un café y disfrutar de su compañía. Mi amiga tenía una floristería en Madrid y un marido jardinero, y juntos habían pensado montar otra floristería en Pinto. Me pidió que la ayudase con la floristería que iba a montar, porque ella no iba a tener tiempo suficiente para dedicarle. Yo ni corta ni perezosa, me aventuré y la dije sí sí sí, cuenta conmigo.

Así en marzo de 1997 Floristería Zinnia abrió sus puertas. Yo no sabía hacer ni un ramo, pero mi amor por las flores y las plantas me llenó para aprender el oficio de florista muy rápido. Bueno, mi amor… y hacer muchos, muchos ramos. Aún recuerdo mi primer día de la madre como florista, jamás pensé que este oficio tendría tanto trabajo detrás. Pero era un trabajo que me llenaba y despertaba algo bonito en mi.

Un año más tarde, mi amiga y la propietaria en ese momento de la floristería, me dijo que iba a traspasar la floristería. Se me cayó el mundo en ese momento. Había ejercido un año como florista y ya iba a perder la floristería que me enseñó tanto. Y una idea se apoderó de mi, quedarme con esa floristería. Así con todo, y tras deliberarlo bien, le dije a mi amiga que yo me quedaba con ella, y en marzo de 1998 pasó a ser mía.

Ya han pasado más de 25 años desde entonces, y aún hoy sigo aprendiendo del trabajo de florista, y sigo disfrutando cuando preparo un regalo, y cuando veo la ilusión y la sonrisa de quien lo recibe.